La construcción
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Para 1949 Monseñor Salcedo junto con los campesinos habían reunido fondos mediante basares para la compra de algunos receptores. Al poco tiempo José Joaquín hizo contacto con la compañía “General Electric”, y al observar el proyecto que se estaba iniciando, la empresa donó 100 radio-receptores a la comunidad y un transmisor H.J.K.I de 250 watts.
"Al principio eran los General Electric, unos radios con una pila grandísima, esos fueron los primeros receptores; y entonces viendo la necesidad de que todos querían tener el receptor, vino una promoción de radios Philips, así que ya cada casa tenía su radio porque en la escuela ya no cabía toda la gente", explicó Eliecer Solano.
Un año más tarde, el grupo fue creciendo cada vez más y más. La divulgación por parte de los campesinos y del mismo José Joaquín hizo que la noticia se expandiera cruzando ríos, montañas y fronteras; existía una educación que apoyaba a aquella sociedad noble, aquella sociedad olvidada, aquella sociedad que como siempre, ha luchado y luchará por un bien colectivo.

A través de una amena conversación, Rafael Méndez Cajas habitante y carpintero del municipio de Sutatenza comenta que hace muchos años fue profesor y estudiante en el proyecto ACPO "Yo comencé enseñando en Popayán la carpintería; medio tiempo dictaba clases y el otro medio tomaba el curso para perfeccionar mis conocimientos. Posteriormente a los 6 meses me mandaron a Sutatenza. Desde ese entonces enseñaba a las personas trabajos en madera, cuero, hierro y plástico", afirmó Méndez, el hombre al que el paso del tiempo y el amor por lo que hace, le han disminuido su capacidad auditiva.
Rafael con más de 60 décadas, guarda en la memoria lo que Monseñor siempre decía: “Lo que hagan, siempre háganlo de la mejor manera”. –Yo escribí el libro del uso de la madera y de ese sacamos treinta y cinco mil copias. Monseñor siempre tuvo en su mente trabajar por el pobre, yo no he visto a otro ser más entregado por ayudar a la comunidad. Lo digo humildemente, yo le debo a Acción Cultural Popular lo que soy, ahí aprendí a desenvolver correctamente mi profesión- contó Rafael, quien es un claro ejemplo de cómo las personas además de adquirir conocimientos, enseñaban lo que sabían hacer. Todos allí se apoyaban de formas extraordinarias, los adultos ayudaban a los pequeños, los jóvenes ayudaban a los ancianos; se trataba de un intercambio colectivo de saberes que conformaría así una historia magnífica.


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