En ese momento, ella no tenía la edad de ahora, pero como siempre, contaba con las ganas y la intensión de servir a Dios y a la sociedad; al inicio de los años ochenta, Gloria Esther era tan solo una pequeña, que con ayuda del cura de su municipio, recortó unos cupones del periódico El Campesino, con el sueño de ir a los Institutos Radiofónicos a adquirir conocimientos de los cinco saberes en los que educaba la institución.
“Para poder llegar yo a esa institución, compraba el periódico cada quince días, porque yo pertenecía a la Asociación de Usuarios Campesinos de Tubará Atlántico y ahí dictaba charlas con temas culturales y de educación, que aparecían en el periódico y ahí fue que aparecieron los cupones” A Esther le salió el cupo en el instituto en el año 83 y luego de durar dos años vinculada a la institución realizó el curso de líder, que le permitió enseñar a personas campesinas a leer y escribir; en la pastoral y en algunas comunidades del país.
“Esa experiencia fue muy buena para mí, porque antes de yo asistir a los institutos, yo ya trabajaba con Acción y no sabía que ya yo estaba trabajando con Acción Cultural Popular, que eso era lo que yo hacia; ya cuando me dijeron “tú estás haciendo es esto que se llama Acción Cultural Popular, una educación cultural formal para todos” menciona Esther, ratificando que la zona en la que más desarrolló su trabajo comolíder, fue en la Costa Norte: Magdalena, Atlántico, la Guajira y el Cesar.
“Tenía que ir dos meses a cada municipio, trabajaba con los niños, les enseñaba a hacer fosos de abono, artesanías, bordados y también la huerta familiar” Gloria, también les aportaba conocimientos en el mejoramiento de vivienda, el cuidado y manejo de los alimentos que ellos mismos cultivaban en la huerta familiar.
“Y cuando nuestra institución decayó, yo quedé con la pastoral social haciendo el mismo trabajo del área rural, porque me acogieron y me dijeron, bueno quedaste viuda, y te queremos aquí para que tú continúes trabajando con nosotros” Esther hace alusión al hecho de quedar viuda, cuando en 1947 se culmina la labor educativa de ACPO, y porque ella estaba totalmente entregada a cumplir los objetivos de la institución.
Años después la Pastoral a la que estaba vinculada Gloria Esther, también decayó, fue ahí donde ella decidió unirse a un voluntariado con el que actualmente contribuye en procesos de aprendizaje de niños de su región “yo he ido a los corregimientos sin ganar ni “un centavo” como dicen, porque si te dan a ti sin gastos, también debes darlo, y porque ese es mi talento; tengo la voluntad y el deseo de enseñar” indica Esther.
“En el voluntariado también enseño lo que aprendí en ACPO, más otras cosas que he aprendido fuera de la institución, esto me ha enseñado a salir adelante y por eso es que muchos me conocen, donde me ven, muchos ya saben quién soy, porque me he podido dar a conocer a través de mi labor” Esther.
Esta es la historia de Gloria Esther, quien menciona que para ella fue muy gratificante el tiempo dedicado a la institución, donde aprendió y enseñó conocimientos de economía y trabajo, alfabeto, números, comunidad cristiana y salud. Entre tantos recuerdos que le llegan a la mente, el último hubo de ser que algunos de esos temas tenían su propio himno, y ella con su entonada voz, al finalizar, va murmurando el inicio del canto a la salud, siendo ésta, la melodía que más recuerda “la salud es el bien de la gente la salud es el bien corporal, la salud de tener para siempre bienestar personal y social”.
Gloria Esther González Rolón
