La i, la o y la a, fueron las primeras letras que aprendió “usando las hojitas de jaque con palitos de café seco, mi mamá me enseñó a escribir” Carlos Alfredo Urrego es de Cundinamarca, un campesino que tuvo sus primeros contactos con las letras a los doce años en su municipio Santa Rosa De Ubalá.
Incentivo por su mamá, Alfredo iba con frecuencia a la casa de su tío a escuchar la radio, una caja mágica para ellos, que constantemente musitaba “Cadena Sutatenza, la radio cultural de América” una herramienta que los acompañaba en sus labores del campo y les enseñaba la Educación Fundamental Integral, cinco temas necesarios para su bienestar “hablaban de salud, agricultura, números, comunidad cristiana y alfabeto” un día el sacerdote de la parroquia le vendió los materiales de ACPO al tío de Carlos “y junto con algunas personas de mi vereda, Yo aprendí a leer y escribir, reforzando los estudios que hacía en mi escuela” terminando quinto de primaria, a sus 18 años, dejó los libros y se dedicó a trabajar para contribuir a su hogar.
Las manecillas del reloj siguen girando y dedicado a las labores del campo pasa la siguiente década, cuando tenía 27 años de edad la vida de Alfredo toma un rumbo diferente, sus manos ya no sujetaban azadones y palas, ahora asían lápices. Incentivado por un compañero de escuela entra como catequista de la parroquia municipal, y de ahí viaja a Zipaquirá, “a prepararme como guía de catequista, y de ahí me voy becado para los institutos de Acción Cultural Popular”. Alfredo va a Sutatenza en 1984 a formarse como líder campesino, en un curso llamado “promotores de acción educativa, líderes de opinión con base en la alfabetización”, una de las estrategias con las que Radio Sutatenza incentivaba a los campesinos colombianos a unirse a su organización Acción Cultural Popular (ACPO) que era liderada por monseñor José Joaquín Salcedo y tenía como fin erradicar el analfabetismo de los campesinos y mejorar su calidad de vida.
Carlos Alfredo Urrego
